Uno de mis palceres culpables en la adolescencia fue, sin lugar a dudas, la serie de telecomedias que me aventé COMPLETITAS de principio a fin. Esto sucedió en los noventas, época en la cual cursé la educación media y media superior; en la que además de elegir materias optativas inútiles como decoración (en la cual me enseñaron a hacer tortilleros forrados de tela mascotita), en vez de taquimecanografía (que "sí me iba a servir de algo en el futuro"), malgastaba mis horas de estudio enfrete de la televisión con "ésos cuentos para criadas", como decía mi mamá.
He aquí una muestra de las producciones noventeras que contribuyeron a mi cultura telenovelera:
Angélica Rivera SÍ alcanzó su estrella, ya que ahora puede utilizar el helicóptero del gobierno del Edo. de México para irse a trabajar.
Lo mejor de "Alondra" eran, sin duda, las "escenas de cama" (AMO ése término) con Gonzalo Vega.
Con las actuaciones estelares de José Ma. Torre (antes de volverse artista conceptual) y Flavio César A.C.
En ésa época, Bibi Gaytán era una gran estrella que dejó todo por amorrrrrr...
Gracias a al canal "Telenovelas" de cablevisón, por revivir aquellas épocas de gloria, noviecillos de manita sudada, uniforme de escuela de monjas y preocupaciones del tipo "mi mamá no me va a dejar ir a la tardeada porque reprobé Civismo".
lunes, diciembre 17, 2012
TELECOMEDIAS
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UN BOND SIN LO BOND
Ayer fuí a ver Casino Royale, la enésima entrega de la serie de películas del bombón agente secreto 007. Bond, James Bond. Al servicio de su Majestad. Licencia para matar. Martini con vodka, mezclado pero no agitado. Lo prohibido. La virilidad. La elegancia. La madurez. Y varios estereotipos más que me hacen tener debilidad por él y por lo que representa. Pero el Bond de Casino Royale no es el Bond que Ginger esperaba.
No lo digo porque sea peor que los demás. Es que simplemente se trata de un 007 distinto. Está claro que el personaje se reinventó para construir un agente secreto más mercenario y menos sutil, con algunas incongruencias que a continuación describo:
James Bond JAMÁS usaría una playera de flores tropicales (tipo Magnum) que lo hiciera lucir fodongo. Nada más le faltó la acualeta (o econoleta, en su defecto) y la calceta deportiva o calcetín negro.
James Bond JAMÁS se referiría a una mujer como “that bitch”, aunque la mujer en cuestión lo fuera. El es el prototipo de la caballerosidad. ¿Caballerosidad? ¿Qué es eso?
James Bond JAMÁS perdería el estilo en la mesa. No se presentaría sin corbata y mucho menos, masticaría con la bocota abierta. Aquí nada más le faltó salir con el palillo.
James Bond JAMÁS pediría una bebida coqueta. En la película Bond le pide al mesero un “vesper martini” con vodka, ginebra, Lillet Blanc y casi, casi “esquir quitasé”. ¿Quién podría imaginarse al agente 007 bebiendo algo que no sea un dry martini, mezclado, no agitado? Y mucho menos, a un Bond respondiendo al respecto: “Does it look like I give a damn?”
James Bond JAMÁS perdería la cabeza por una mujer al grado de renunciar a ser agente. De plano, ya ni la friegan con el agente enamoradizo, hay una parte de la película en la que solo falta que aparezca Meg Ryan para que termine de ser una “girly movie”.
James Bond JAMÁS tendría abdomen de lavadero con la ropa encima. Y es que en comparación con los otros actores que han personificado al agente 007 (Connery, Lazenby, Moore, Dalton y Brosnan), ese último no tiene precisamente “cuerpazo del delito”.
James Bond JAMÁS pelearía como si saliera de una cantina tras la última ronda, a madrazo limpio con todo el que pase por delante y sin pensarlo dos veces antes de soltar el guamazo. Y ni hablar de usar la pistola y por supuesto sin el silenciador.
Ahora bien, si tomamos en cuenta que Casino Royale es la historia de un joven y novato Bond que se estrena como agente doble cero, pueden ser creíbles estos errores. Lo difícil para mi no es creer que Daniel Craig es James Bond (que sí, la neta me cuesta un chingo creérselo) sino que es novato, brutote, apasionado y comete errores. Craig no es mal actor, pero no es Bond. O no es "mi" Bond. Grosso error el mio de idealizar siempre a los hombres...
No lo digo porque sea peor que los demás. Es que simplemente se trata de un 007 distinto. Está claro que el personaje se reinventó para construir un agente secreto más mercenario y menos sutil, con algunas incongruencias que a continuación describo:
James Bond JAMÁS usaría una playera de flores tropicales (tipo Magnum) que lo hiciera lucir fodongo. Nada más le faltó la acualeta (o econoleta, en su defecto) y la calceta deportiva o calcetín negro.
James Bond JAMÁS se referiría a una mujer como “that bitch”, aunque la mujer en cuestión lo fuera. El es el prototipo de la caballerosidad. ¿Caballerosidad? ¿Qué es eso?
James Bond JAMÁS perdería el estilo en la mesa. No se presentaría sin corbata y mucho menos, masticaría con la bocota abierta. Aquí nada más le faltó salir con el palillo.
James Bond JAMÁS pediría una bebida coqueta. En la película Bond le pide al mesero un “vesper martini” con vodka, ginebra, Lillet Blanc y casi, casi “esquir quitasé”. ¿Quién podría imaginarse al agente 007 bebiendo algo que no sea un dry martini, mezclado, no agitado? Y mucho menos, a un Bond respondiendo al respecto: “Does it look like I give a damn?”
James Bond JAMÁS perdería la cabeza por una mujer al grado de renunciar a ser agente. De plano, ya ni la friegan con el agente enamoradizo, hay una parte de la película en la que solo falta que aparezca Meg Ryan para que termine de ser una “girly movie”.
James Bond JAMÁS tendría abdomen de lavadero con la ropa encima. Y es que en comparación con los otros actores que han personificado al agente 007 (Connery, Lazenby, Moore, Dalton y Brosnan), ese último no tiene precisamente “cuerpazo del delito”.
James Bond JAMÁS pelearía como si saliera de una cantina tras la última ronda, a madrazo limpio con todo el que pase por delante y sin pensarlo dos veces antes de soltar el guamazo. Y ni hablar de usar la pistola y por supuesto sin el silenciador.
Ahora bien, si tomamos en cuenta que Casino Royale es la historia de un joven y novato Bond que se estrena como agente doble cero, pueden ser creíbles estos errores. Lo difícil para mi no es creer que Daniel Craig es James Bond (que sí, la neta me cuesta un chingo creérselo) sino que es novato, brutote, apasionado y comete errores. Craig no es mal actor, pero no es Bond. O no es "mi" Bond. Grosso error el mio de idealizar siempre a los hombres...
sábado, noviembre 10, 2012
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